Herly Quiñónez
Por su parte, Sibilia (2006)
argumenta que la postevolución es una nueva etapa en la larga historia
de producción humana de la sociedad occidental que siempre ha sido anónimo con
creación sin creadores y con un impulso biocultural y cronológicamente variable;
pero que la posibilidad de oponer resistencia a dichos procesos es
inalienable y capaz de reinventar lo que somos. Sin embargo, ese cambio
cultural, casi siempre se realizará desde el cambio de los saberes y la
tecnología.
El repunte de las
Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) aparentemente avivaron la
discusión sobre lo qué es o no Humano
y hasta abrió paso a conceptualizaciones como Postorgánico, Posthumano o
Postevolución. Estas tecnologías cambiaron la forma y las interacciones en la
propia comunicación, la identidad y la cotidianidad.
La Sociedad de la
Información, Sociedad del Conocimiento o hasta Telépolis –son algunas de las
diferentes acepciones con las que se define a la sociedad actual-, ha sido
criticada por unos y venerada por otros, pero hasta quienes mostraron mayor
resistencia cultural a esta tipología tecnológica, sucumbieron ante ella. Sin
embargo, resistir es un derecho en estas complejas tramas sociales donde el Ser
es construido y dominado por la tecnología.
Las Tecnologías de
Información y Comunicación (medios impresos, radio, televisión e Internet), son
Tecnología –proveniente del
griego “Tekne” que significa arte, técnica u oficio y de Logos que es conjunto
de saberes-. La tecnología es entendida como la creación de procesos y objetos
artificiales productos de la labor humana (intelectual, racional, sistemática y
física) para diferentes usos en la sociedad.
Los alimentos, el deporte, el
transporte, la vivienda y la vestimenta, por nombrar algunas de las tecnologías
que se consolidaron con la Sociedad Industrial y su masificación, siguen siendo
compañeros tecnológicos de los seres humanos. Para muchos humanos, en estos
campos ya no hay resistencia. La humanidad ha enfrentado y enfrenta el proceso
de adaptación para sobrevivir al que se refería Charles Darwin y que la propia
especie exige.
Exposición en Tecnópolis. Buenos Aires
¿La vestimenta tuvo tantos
detractores como aparentemente los tienen los teléfonos celulares, por ejemplo?
¿Por qué cuestionar o aplaudir a sus usuarios? Como sucedió con la vestimenta
–por mencionar un ejemplo- que arropó literalmente al cuerpo humano y hasta
animal, así mismo está ocurriendo con las TIC, porque la humanidad cada vez más
tiene una necesidad que aumenta y se acelera: conectarse y comunicarse y, el
ciberespacio parece ser ese No-lugar donde habita el recién creado ciberhumano.
González (2007)
propone que:
“El ciberhumanismus, pues,
discurre en esa tensión entre el posthumanismo de la crítica filosófica del
término humanismo, y el
transhumanismo de la propuesta cibernética de un tiempo nuevo y de un espacio
nuevo – de nuevos seres (sic)-. Novedad que escenifica el roce con la
inmaterialidad, pero también con el nihilismo tecnológico, dada la inextricable
unión que se produce entre el desarrollo de las nuevas tecnologías y el poder
económico-político”.
Muestra de videoarte. Bogotá
Protestar por la caza de
ballenas en Japón, salvar el deshielo en la Antártida, promover los paisajes de
Nueva Zelanda, asistir a un concierto, realizar una transacción bancaria, participar
en una clase a cientos de kilómetros, reencontrarse con amigos de la infancia o
ser un ciberpolítico, son algunas de las actividades humanas que acontecen en
el ciberespacio donde habita el Ser Virtual o ciberhumano en la postevolución.
1 Ser Virtual
Hay que discurrir sobre lo qué es Virtual. Fabris asegura (2009) que el concepto de “virtualis” lo utilizó por primera vez Tomás de
Aquino y con el término “virtus” se expresa aquella cualidad distintiva de
una cosa que permite definirla en su positividad. En latín virtualis expresa
algo más que la mera posibilidad y la simple potencialidad.
Fabris (2009) expone que Virtualis es, según Tommaso, como la distinción entre atributos divinos,
porque las perfecciones presentes en Dios son diferentes entre sí sólo para un
intelecto finito. Esto significa que “virtual” es algo a lo que no le falta
nada para ser (tiene la capacidad de realizarla) y así, lo virtual pertenece a
la dimensión del infinito.
Dice el autor que “virtual” es un concepto relacional
porque se trata de una relación – la relación que el virtual expresa – en la que
el paso a “Otro” ya se ha hecho: de posible a real, de potencial a actual. Todo
esto coexiste en la infinita dimensión virtual. Y así, la identidad virtual
corre el riesgo de configurarse como mera indiferencia.
Para Muros (2011) en la identidad virtual confluyen tanto
fenómenos de identidad colectiva (que me asemejan o alejan del grupo) como
individual o personal (identificándonos con diferentes identidades). Pero el
estudio de la identidad virtual precisa del análisis de otros componentes tales
como nuestros comportamientos en la red así como el entendimiento del cuerpo
virtual como parte esencial de nuestra identidad.
Sibilia (2006) explica que el protagonista de los
intercambios comunicacionales en la era postorgánica es otro cuerpo nuevo, con
características virtuales, el cual es capaz de extrapolar sus antiguos confinamientos
espactales. Indica que:
“La virtualización del espacio se conjuga con
un desdoblamiento de la dimensión temporal: para aludir a la simultaneidad de
dos presencias que prescinden de la materialidad de la dimensión espacial… se
hizo necesario agregar eI adjetivo "real" aI sustantivo
"tiempo". EI tiempo real pasó a nombrar la versión
digitalizada deI "aquí y ahora" de la tradición analógica. Es así
como las redes gIobales de telecomunicación y sus diversos aparatos de conexión
ofrecen acceso a las novedosas "experiencias virtuales", dispensando
la organicidad del cuerpo, la materialidad deI espacio y la linealidad del
tiempo”. (p. 64)
Ser Virtual puede entenderse como la posibilidad,
potencia o capacidad de ser otro de proyectarse en un No-lugar de manera
infinita. En el caso del ciberespacio, implica dejar una huella digital casi
siempre imposible de borrar, una huella propia del ciberhumano.
2. Ciberespacio
Según Giannetti (2009) la
pérdida del sentido de la realidad en el ciberespacio no está producida por la
idea de vacío, sino, al contrario, por la idea del exceso, el mismo exceso que
se produce en nuestro espacio vital. Eso es lo que lleva a Marc Augé a su
planteamiento de los “No-lugares”, en oposición evidentemente al concepto de
lugar de la tradición etnológica, que lo vincula con la noción de una cultura
localizada en un tiempo y espacio. La adaptación al ciberespacio implica la
ruptura del tiempo de Cronos –aquel que afianzó el reloj en la Sociedad
Industrial- para abrir otros tiempos, como el Kairos, donde habitan diferentes
ritmos y acciones y generalmente, el reloj está ausente.
El optimismo o la esperanza
que afloró con la aparición de la computadora como artefacto para los procesos
como educación, fenecieron cuando las TIC son usada para otras actividades
humanas como el espionaje, pornografía infantil, estafas, robos de identidades
o la burla a la que a veces el ser humano es expuesto, porque el no-lugar es
global y no es personal, ni mucho menos es íntimo. El ciberespacio, no es un
“lugar puro”, es habitado por seres humanos y no escapa a las intenciones de
las acciones humanas.
Como asegura Augé (2004, p.
112):
"El
espacio está atrapado por el tiempo y los individuos, transformados en meros
clientes, pasajeros, usuarios y consumidores de espacio-tiempo, están atrapados
por el exceso. La superabundacia de acontecimientos, la sobredimensión
arquitectónica, la superabundancia espacial".
De acuerdo a este planteamiento,
el Ser Virtual está atrapado en el exceso informativo del ciberespacio y así,
la identidad o identidades de ese Ser son difusas y adquieren diferentes formas
desde la adopción de avatares en redes sociales o direcciones electrónicas.
Castells (1998) dice que ésta,
en el fondo, también era la idea de McLuhan, de la aldea
global, de que toda la cultura se engloba en un sistema de comunicación que
supera las especificidades locales, las particularidades, las identidades. El
ciberespacio es un No-Lugar que consiste en un sistema de comunicación donde se
recorren localidades desde la globalidad y habita el Ser Virtual. Es un espacio
cultural interactivo potenciado por las posibilidades tecnológicas.
Agrega el autor que las culturas
se funden en esa especie de universo indiferenciado, pero las culturas, los lugares,
los espacios tienen mucha más resistencia, mucha más densidad para poder ser disueltos
tan fácilmente, organizándose cada vez más para mostrar empíricamente que la
experiencia de la gente es cada vez más local. Así, se observan sitios
dedicados desde plantear problemas particulares de un grupo social o etnia,
hasta explicar gentilicios.
Fonseca (2003) diserta sobre
la metáfora del ciberespacio como forma de comprensión de lo que acontece con
el auge de las tecnologías, especialmente, los cambios corpóreos que ello
implica. Señala la autora que la humanidad debe ser abordada en una Era
Posthumanista:
“En
el ciberespacio no sólo se reconfigura la noción de cuerpo como límite o de la
identidad como modelo para armar, sino que las prácticas comunicativas que
posibilita exigen de nuevas perspectivas teóricas o metodológicas para
estudiarlas. Se quedan cortos los métodos tradicionales de análisis sociológico
o comunicativo para enfrentar lo que algunos autores han dado en llamar la
clase virtual. El ciberespacio es, en este sentido, un reto teórico, un nuevo
mundo por explorar para las ciencias sociales” (Fonseca, 2003, p. 15).
Fonseca (2003) y Sibilia
(2007) coinciden en sus posturas frente al fenómeno abordado con el prefijo
post junto a los sustantivos Evolución y Humanista, los cuales fueron
discutidos durante los siglos XIX y XX por biólogos y filósofos. Hacen
referencia a los cambios identitarios y corpóreos y a los desafíos que deben
enfrentar los estudios en ciencias humanas para la comprensión del
ciberespacio.
En el ciberespacio emergen,
se organizan y consolidan las comunidades, en este caso, virtuales. Ser virtual
no significa la No-Existencia o el Dejar-De-Ser el ser humano, sigue siendo humano
adaptándose a los diferentes cambios tecnológicos y las TIC es uno de ellos. Es
el ciberhumano que menciona González (2007).
Según Augé en el contexto de
lo que él denomina sobremodernidad (1992, p. 57):
“Las
colectividades (o aquellos que las dirigen), como los individuos que se
incorporan a ellas, tienen necesidad simultáneamente de pensar la identidad y
la relación y, para hacerlo, de simbolizar los constituyentes de la identidad
compartida (por el conjunto de un grupo), de la identidad particular (de tal
grupo o de tal individuo con respecto a los otros) y de la identidad singular
(del individuo o del grupo de individuos en tanto no son semejantes a ningún
otro)”.
En estas colectividades, las
historias o los relatos son individuales para la construcción o re-construcción
de los acontecimientos sociales. De allí, emerge la identidad compartida y la
particular. Todo se reúne en un Ser Virtual individual o colectivo en el no-lugar.
3. La navegación y las comunidades
Los procesos de conquista y
colonización territoriales siempre han existido en la sociedad. Siempre. Se
originan para que el conquistador consiga ganancias económicas y dominio
cultural. El ciberespacio es un territorio social donde existen múltiples
relaciones económicas y con incidencias en la cultura.
Aprender a navegar y a
desplazarse en dicho espacio social es necesario para el Ser Virtual, pues
generalmente las herramientas “gratuitas” que se usan son aquellas donde hasta
la presión social o hasta la espiral del silencio influyen en la toma de
decisiones. La gratuidad no es un acto benevolente de las redes sociales, pues
habita el consumo de contenidos.
La adaptación del Ser
Virtual al ciberespacio conlleva el conocimiento de dichas herramientas, pero
no sólo con una visión meramente de dominio tecnológico, como manejo y desarrollo
de sistemas de computación, sino comprendiendo el impacto que el Ser Virtual
desde el ciberespacio puede ejercer sobre la sociedad, la cultura y su forma de
pensar y actuar: el ciberespacio es una red que conecta a los Seres Virtuales.
Para Levy (2004) desde su
teoría de Inteligencia Colectiva, los objetos del saber privilegiados por el Espacio
del conocimiento son los intelectos colectivos y sus mundos. Los intelectos
colectivos, es decir, comunidades humanas en comunicación consigo mismas,
pensándose a sí mismas compartiendo y negociando permanentemente sus relaciones
y sus contextos de significados compartidos. Sus mundos, o sea, sus recursos,
sus entornos, sus conexiones cosmopolitas con los seres, los signos y las
cosas, sus implicaciones en las diversas máquinas cósmicas, técnicas y sociales
que las atraviesan. Compartir es fundamental para el funcionamiento de la
Inteligencia Colectiva.
“El
mundo de un intelecto colectivo no es en nada estable ni objetivo. Resulta de aperturas,
de elaboraciones, de costumbres y de evaluaciones movientes, reiteradas sin
cesar. De tal manera que este mundo deriva y se transforma al ritmo de las
metamorfosis de su intelecto colectivo” (Levy, 2004, p. 91).
Sobre esta aseveración de
Inteligencia Colectiva a la que se refiere Levy hay que destacar que son
comunidades humanas –Seres Virtuales- que comparten sus significados, contextos
y conexiones a través de signos (textos, imágenes, videos). Los seres virtuales
son individuos y a la vez, son comunidades.
Valiente (2009) sugiere una
clasificación de comunidades virtuales: 1)
Comunidades de debate y discusión en tiempo real: son las más visitadas y
establecen diálogos efímeros, como los chats 2) Comunidades de socialización, información, discusión y juego:
las relaciones son más estables y los lugares son más organizados y estructurados
(sitios web). 3) Comunidades temáticas
de investigación o acción política: sus miembros giran alrededor de un tema
en particular y utilizan la red con recurso para la formación y el intercambio
(sitios web y redes especializadas) y 4)
Comunidades de organizaciones e instituciones: tienen acceso restringido
con el uso de contraseña, permite el trabajo colaborativo y la interacción
profesional (sitios web o repositorios de instituciones).
Esta tipología de este autor
está sustentada en el nivel de organización de las comunidades y el grado de
intercambio de información. Mientras más esté estructurado el sitio web, mayor
será la organización de la comunidad virtual y su impacto en la sociedad. Esta
organización incide en la identidad compartida y singular del Ser Virtual.
4. Reflexión
Una conclusión sobre este
tema no es posible. Hay que seguir abriendo diversos análisis y posturas sobre
el ser humano y su permanente relación con las TIC. Identidad, tiempo, espacio
y cuerpo se reúnen y se expanden en el ciberespacio. Así parece andar el Ser
Virtual en ese hábitat.
Sobre lo que sí se insiste
es que el ser humano ha creado tecnología desde hace miles de años y las TIC
son sólo una más de ellas. La técnica y la tecnología son parte del
conocimiento y de los saberes humanos. El Ser Virtual seguirá inventando y adaptándose, como lo ha hecho históricamente,
a la tecnología. Así sobrevive la especie o también puede resistirse a sucumbir
ante ella.
5. Bibliografía referenciada
Augé, Marc (1992):
“Los no lugares. Espacios de anonimato. Una Antropología de la sobremodenidad”.
Gedisa. España.
Castells Manuel
(1998): Espacios públicos en la sociedad informacional.
Giannetti (2009): “El espacio expandido: entre la
(des)-territorialización y la virtualidad”.
Fabris Adriano
(2009): “Los sentidos de lo virtual (o sea la realidad como límite”. Eikasia
Revista de Filosofía. No. IV. 24.
Fonseca, Vanessa
(2003): “Ciberespacio: reinventando la metáfora de lo humano”. Revista Bibliotecas. Vol. XXI, No.1. Enero-Junio.
Fecha de consulta: 08-07-2014
Gonzalo, Graciano (2007): “Entre el post y el trans: el ciberhumanismo
como condición de posibilidad para una ética del ciberespacio”. Revista Argumentos de Razón
Técnica, nº 10.
Levy, Pierre (2004):
“Inteligencia colectiva. Por una Antropología del ciberespacio”.
Muros, Beatriz
(2011): “El concepto de identidad en el mundo virtual: el yo online”. Revista
Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 14 (2), 49–56. Disponible
en: http://www.aufop.com . Fecha de consulta: 16-05-2014.
Sibilia, Paula (2006):
“El hombre postorgánico. Cuerpo, subjetividades y tecnologías digitales”. Fondo
de Cultura Económica. Argentina. Fecha de consulta: 08-07-2014
Valiente, Francisco (2009):
“Comunidades virtuales en el ciberespacio”. En Doxa Comunicación No. 2. Fecha
de la consulta: 15-05-2014. España.
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